EL MAIZ, la canción

interprete: Campo y Sabor Album: Tierra Salsa de la Vida

jueves, 1 de septiembre de 2011

REFUNDICIONES Y REFUNDACIONES

 


En la calle 33 con carrera 13 muy cerca del sitio donde se celebró el acto de fundación de Bucaramanga, el día 22 de Diciembre de 1.622, tomamos estas fotos de una solitaria planta de maíz.

Rodeada de cemento, basuras, hierros y altas torres, por los cuatro puntos cardinales, de manera insólita y casi desafiante nació y creció como si fuera extranjera, desarrolló un penacho con su espiga cuajada de una dosis casi ilimitada de polen, que son las células sexuales masculinas; también creció de forma muy precaria una mazorquita, tan diminuta que parecía una proyección apocalíptica de esta planta sagrada que fue nuestro principal cómplice durante milenios para combatir el hambre y la tristeza; de paso haciendo igual que ella, cruces de nuestras células sexuales para que poblaramos más este mundo y estos territorios.

    

Esa planta legendaria, ahora, hoy, aquí, es apenas un remedo, una aspiración difusa, una identidad en extinción.
Es cierto que el maíz cuando nace y está pequeño es muy frágil y necesita nuestros cuidados, nuestra mano y ayuda, más que al final de su existencia a los tres o cuatro meses. Hay que decir que  la planta de la fotografía encontró además de la indiferencia propia de los citadinos, alguna mano amiga y agua ajena que le permitió crecer hasta donde se aprecia por el aviso de PARE al lado, que igual le sirvió de protección ante el flujo caótico y permanente de desechos, autos, motos y gente.

Tal vez hoy esté todo al revés. Nosotros que heredamos las semillas de maíz criollo durante miles de años, ahora en Santander compramos casi todo el maíz que demanda el consumo interno, pero ese maíz que se importa es manipulado genéticamente, sin la equivalencia sustancial para poder calificarlo como alimento. Compramos algo que no es alimento cuando al maíz le debemos todo.
El maíz nuestro es el papá de Joe Arroyo. Y no sólo le debemos la dicha, también la chicha.
Tanto que nos ha gustado la arepita de maíz amarillo pelado aquí en Bucaramanga y mire en qué anda nuestra planta ancestral y exquisito cómplice...fácil se le puede confundir con un pordiosero olvidado como esas personas que viven en la calle que no tienen quién los cuide, ni dónde caer muertos, en un descuido general.
Por eso parodiamos el epitafio del Quijote, para este rey destronado:
"Yace aquí el maíz fuerte
que a tanto extremo llegó de valiente
que se advierte que la muerte
no triunfó de su vida con su muerte."

Todos debemos saber que la semilla criolla de maíz dentro de la tierra muere para vivir. Pero ¿En qué hemos convertido la tierra en dónde se fundó nuestra ciudad?. Si ya no hay en dónde se pueda sembrar maíz como fue el día que se fundó , si ya no hay un suelo con la vocación agrícola que merece y necesita, ni hay personas que lo amen, además del honor y el tributo que le debemos, hablando aquí entre seres vivos...rodeados de pavimento por todas partes…
¿Somos maíz?

PARE, por favor, pensemos, sembremos, seamos, volvamos a ser, refundémonos y no nos dejemos meter gato por liebre, o como diría la filosofía de la ciencia, no nos dejemos pasar quimeras por verdaderos seres, bagazos por auténticos alimentos.

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