EL MAIZ, la canción

interprete: Campo y Sabor Album: Tierra Salsa de la Vida

martes, 6 de septiembre de 2011

¿PREGUNTAS INCÓMODAS PARA EL MINISTERIO DE CULTURA?




¿Para qué nos sirve difundir el patrimonio inmaterial del maíz si la materia prima, el grano físico, con que se preparan las diferentes recetas, no es el mismo que conocemos desde hace milenios?

¿Para qué nos sirve tener nuestras semillas criollas si al suelo se le despoja de su primordial vocación agrícola?

¿Qué estimuló en realidad el Ministerio de Cultura al incentivar un programa de largo aliento para socializar la importancia y urgencia de nuestro patrimonio cultural representado en el maíz?

Si somos maíz, entonces somos la agricultura tradicional que conservó este glorioso y rico grano, para todas las generaciones venideras; entonces somos la vocación agrícola de nuestro suelo que hoy yace sepultado bajo moles de pavimento, basuras y cemento.

En qué otra dirección podemos enfocarnos si no es en la recuperación total de nuestros granos, que por ser objetos físicos tangibles, representan la parte material de éste valiosísimo patrimonio local?

¿De qué nos serviría tener en la mano un grano de maíz si no podemos diferenciarlo a simple vista de aquel otro maíz transgenizado y que no es ningún alimento sano ni libre de sospechas?

¿Por qué entonces no reclamar ante entidades como la CDMB la falta del verdadero reconocimiento de lo que somos y de nuestra relación vital con el suelo y la agricultura, ya que están convirtiendo todo el espacio urbano en cemento y escondites para la basura?

Frente al suelo ¿qué es lo público y qué es lo privado? Lo cierto es que no estaríamos aquí -buenos o malos- si no es por la presencia de las siembras del maíz, que junto a la yuca, el fríjol y la ahuyama representaron la tabla de salvación ante el acoso del hambre y la fatiga de todos los asentamientos humanos que hemos sobrevivido en la montaña andina. Sin el maíz ninguno de nosotros tampoco hubiera sido posible.
Entonces, ¿no creen que toda una nueva alineación, sincronía y revolución de las mentalidades y los valores jurídicos que interpretan nuestra realidad, es lo que está en el orden del día en nuestra nación?

¿Por qué no es prioritaria la vocación agrícola del suelo de Bucaramanga y su área metropolitana, la siembra de nuestras semillas nativas y criollas, la pérdida de suelo fértil y la asfixia aplastante de las millones de toneladas de basuras y aguas sin tratamiento, de miles de toneladas de asfalto y cemento; la erosión galopante de nuestro territorio y la falta de arte en la proyección del desarrollo integral de nuestra región, como por ejemplo, el trazado y la construcción de carreteables y vías de penetración?

Preguntamos si es la pertinencia de este cuestionamiento lo que hace incómoda la verdad para nuestros estamentos oficiales y gobernantes de turno.
La verdad es que el Ministerio de Cultura debe darse por enterado, por el momento mientras la conciencia crezca y la incomodidad de los hechos nos haga reaccionar.

LA UTOPIA INCAICA

Los frutos que el Perú tenía, de que se mantenía antes de los españoles, eran de diversas maneras, unas que se crían sobre la tierra y otras debajo de ella. De los frutos que se crían encima de la tierra tiene el primer lugar el grano, que los mejicanos y los barloventanos llaman maíz, y los del Perú, zara, porque es el pan que ellos tenían. Es de dos maneras: el uno es duro, que llaman muruchu, y el otro tierno y de mucho regalo, que llaman capia. Cómenlo en lugar de pan, tostado, o cocido en agua simple; la semilla del maíz duro es la que se ha traído a España; la del tierno no ha llegado acá. 

En unas provincias se cría más tierno y delicado que en otras, particularmente en la que llaman Rucana. Para sus sacrificios solemnes, como ya se ha dicho, hacían pan de maíz, que llaman zancu, y para su comer, no de ordinario, sino de cuando en cuando, por vía de regalo, hacían el mismo pan que llaman huminta; diferenciábase en los nombres no porque el pan fuese diferente, sino porque el uno era para sacrificios y el otro para su comer simple; la harina la molían las mujeres en unas losas anchas, donde echaban el grano, y encima de él traían otra losa hecha a manera de media luna, no redonda, sino algo prolongada, de tres dedos de canto. 

En los cornejales de la piedra hecha media luna ponían las manos, y así la traían de canto de una parte a otra sobre el maíz; con esta dificultad molían su grano y cualquiera otra cosa que hubiesen de moler, por lo cual dejaban de comer pan de ordinario.

No molían en morteros, aunque los alcanzaron, porque en ellos se muele a fuerza de brazos por los golpes que dan; y la piedra como media luna, con el peso que tiene, muele lo que toma debajo, y la india la trae con facilidad por la forma que tiene, subiéndola y bajándola de una parte a otra, y de cuando en cuando recoge en medio de la losa con una mano, lo que está moliendo para remolerlo, y con la otra tiene la piedra, la cual con alguna semejanza podríamos llamar batán, por los golpes que le hacen dar a una mano y a otra.

Todavía se están con esta manera de moler para lo que han de menester. También hacían gachas, que llaman api, y las comían con grandísimo regocijo, diciéndoles mil donaires, porque era muy raras veces. La harina, porque se diga todo, la apartaban del afrecho, echándola sobre una manta de algodón limpia, en la cual traían con la mano, asentándola por toda ella. La flor de la harina, como cosa tan delicada, se pega a la manta; el afrecho, como más grueso, se aparta de ella, y con facilidad lo quitan, y vuelven a recoger en medio de la manta la harina que estaba pegada a ella; y quitada aquélla echaban otra tanta, y así iban cerniendo toda la que habían menester; y el cerner la harina más era para el pan que hacían los españoles que no para el que los indios comían; porque no eran tan regalados que los ofendiese el afrecho, ni el afrecho es tan áspero, principalmente el del maíz tierno, que sea menester quitarlo. 

Cernían de la manera que hemos dicho por falta de cedazos, que no llegaron allá de España mientras no hubo trigo. Todo lo cual vi por mis ojos, y me sustenté hasta los nueve o diez años con la zara, que es el maíz, cuyo pan tiene tres nombres. Zancu era el de los sacrificios. Huminta el de sus fiestas y regalo, tauta (pronunciada la primera sílaba en el paladar) es el pan común, la zara tostada llaman camcha: quiere decir maíz tostado, incluye en sí el nombre adjetivo, y el sustantivo hase de pronunciar con m; porque con la n significa barrio de vecindad, o un gran cercado. A la zara cocida llaman musti (y de los españoles mote): quiere decir maíz cocido, incluyendo en sí ambos nombres. De la harina del maíz hacen las españolas los bizcochillos y fruta de sartén, y cualquiera otro regalo, así para sanos como para enfermos; para cuyo medicamento, en cualquier género de cura que sea, los médicos experimentados han desterrado la harina del trigo y usan de la del maíz. 

De la misma harina y agua simple hacen el brebaje que beben, y del brebaje, acedándolo, como los indios lo saben hacer, se hace un lindo vinagre; de las cañas, antes que madure el grano, se hace muy linda miel. Porque las cañas son dulces; las cañas secas y sus hojas son de mucho mantenimiento y muy agradables para las bestias. De las hojas de la mazorca y del mastelillo se sirven los que hacen estatuas para que salgan muy livianas. Algunos indios más apasionados de la embriaguez que la demás comunidad, echan la zara en remojo, y la tienen así hasta que hecha sus raíces, entonces la muelen toda como está, y la cuecen en la misma agua con otras cosas, y colada la guardan hasta que se sazona. Hácese un brebaje fortísimo, que embriaga repentinamente; llamánle uiñapu, y en otro lenguaje sora

Los Incas lo prohibieron por ser tan violento para la embriaguez. Después acá me dicen se ha vuelto a usar por algunos viciosos. De manera que de la zara y de sus partes sacan los provechos que hemos dicho, sin otros muchos que se han hallado para la salud, por vía de medicina, así en bebida como en emplastos, según que en otra parte dijimos.

El segundo lugar de las mieses que se crían sobre la haz de la tierra dan a la que llaman quinua, y en español mijo o arroz pequeño; porque en el grano y el color se le asemeja algo. La planta en que se cría se asemeja mucho al bledo, así en el tallo como en la hoja y en la flor, que es donde se cría la quinua; las hojas tiernas comen los indios y los españoles en sus guisados, porque son sabrosas y muy sanas. 

También comen el grano en sus potajes, hechos de muchas maneras. De la quinua hacen los indios brebaje para beber, como del maíz, pero es en tierras donde hay falta de maíz. Los indios herbolarios usan de la harina de la quinua para algunas enfermedades. El año de mil y quinientos y noventa me enviaron del Perú esta semilla, pero llegó muerta, que aunque se sembró en diversos tiempos no nació. Sin esta semilla tienen los indios del Perú tres o cuatro maneras de frijoles, del talle de las habas, aunque menores; son de comer: en sus guisados usan de ellos; llámanles purutu; tienen chochos, como los de España, algo mayores y más blancos; llámanlos tarui

Sin los frijoles de comer tienen otros frijoles que no son de comer; son redondos, como hechos con turquesa; son de muchos colores y del tamaño de los garbanzos, en común les llaman chuy; y diferenciándolos por los colores les dan muchos nombres, de ellos ridiculosos, de ellos bien apropiados, que por excusar prolijidad los dejamos de decir; usaban de ellos en muchas maneras de juegos que había, así de muchachos como de hombres mayores; yo me acuerdo haber jugado los unos y los otros.

Texto tomado del libro de GARCILASO DE LA VEGA, Biblioteca General Salvat,1.972.
Páginas 136, 137 y 138. Capítulo intitulado "Del maíz, y lo que llaman arroz, y de otras semillas"

E.S. O NO E.S. = SER O NO SER


Como Hamlet en su monólogo, ante una calavera humana en su mano, pronunciando la inmortal frase: "SER o NO SER. He ahí el problema", también nosotros, mujeres y hombres, hijos de la tierra americana y del maíz, ante una pequeña pero soberana semilla de maíz criollo, hemos de plantearnos el trágico suceso de nuestro invaluable y ancestral patrimonio material e inmaterial:

 ¿SOMOS O NO SOMOS?"

Ya no son los tiempos de José Martí quién dijo, "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz". Porque entonces no existía éste abominable y frankesteiniano hijo del maíz nativo: el maíz manipulado genéticamente, el maíz transgénico.

En los más poderosos, sofisticados y privados laboratorios del mundo, la ciencia al servicio del mercado capitalista convirtió nuestro grano milenario en un producto netamente comercial, una cosa que se vende barato, muy lejana de ser igual, mucho menos mejor, al primitivo alimento que fue el sustento básico de millones de habitantes de Abya Yala y que aún hoy lo es para muchos otros pueblos del mundo.

En la película "El Mundo según Monsanto", se hace de público conocimiento el problema esencial de la transgenización de semillas. Ojo, porque no se trata de los químicos, ni son los híbridos ni los cruces naturales entre las miles de variedades de semillas criollas. Se trata de la aplicación inescrupulosa e irresponsable de las más increíbles herramientas y recursos  de la ingeniería genética que ha violado la estructura molecular genética y los límites que la naturaleza y millones de años de evolución imponen para restringir el cruce de propiedades genéticas entre los seres vivos de los diferentes reinos de la naturaleza.

Es sencillo. No hay "EQUIVALENCIA SUSTANCIAL" (E. S.) entre un producto transgénico y las semillas originales. Los transgénicos por consiguiente no son un alimento desde el punto de vista científico, pero tampoco tal y como hasta ahora hemos consumido y conocido el rey maíz, experimentado casi a diario cuando comemos las arepitas de maíz pelado, o los tamales, o los centenares de platillos típicos que en toda América existen.

Lo peor es que los transgénicos se liberaron al comercio mundial, en una cota además de ascendente desproporcionadamente colosal, por razones políticas y no con base en argumentos científicos ya que los experimentos comprobaron la NO inocuidad de estos productos, pasados por alimentos y vendidos sin etiqueta en el mercado.

Cada día entran a nuestro "glorioso" departamento de Santander tres mil toneladas de este maíz genéticamente manipulado, mientras las siembras "de prueba" de maíz transgénico se garantizan desde el alto gobierno, 32,5 há en sólo Santander, y en los campos se abandona la agricultura tradicional de nuestro valioso grano criollo milenario y extensísimos suelos se empobrecen gracias a la potrerización, la antesala del desierto.

 


MEDICAMENTOS INDÍGENAS -EL MAÍZ Y SUS PROPIEDADES MEDICINALES


MEDICAMENTOS INDIGENAS
Por: Gerónimo Pompa
texto 1


Maíz - tostado y puesto en el agua de beber es un astringente apropiado para las diarreas.
“El cocimiento del maíz sin tostar con goma arábiga y azúcar cande sirve para las afecciones del pecho, para la blenorrea y para los ardores de orina. Del morado se hace una mazamorra, que con polvo de nuez moscada es muy apropiada para fortificar a las personas debilitadas por los desarreglos de la edad juvenil o por enfermedades largas y laboriosas. El atol de maíz blanco, o de cualquier otro, con unos cogollitos de ruda colocados en él, bien desmenuzados al apearle el fuego, remedio eficaz contra el histerismo. El cocimiento de la caña se aplica en las retenciones de orina y en la nefritis. El de la espiga es sudorífico. La masa de maíz sancochado se pone en los tumores para extirparlos y mezclada con aceite de castilla y papelón, se aplica a las úlceras, heridas, porrazos, Ectera. Del maíz se saca el aguardiente de mucho merito y una chicha que al buen punto equivale al mejor vino”.

“De la espiga de mazorca tierna cocinada en agua es un excelente diurético y tomado en ayunas es un buen tónico para el riñón”.
Conocimiento popular

Bibliografía: Pompa, Gerónimo.  MEDICAMENTOS INDÍGENAS Pagina, 155 - Editorial América S.A. 1972


EL MAÍZ Y SUS PROPIEDADES MEDICINALES
texto 2
Un alimento sencillo, que está entre los más antiguos de la humanidad y al alcance de todos, el maíz es la semilla más explotada del mundo. Está presente en muchos de los productos, comestibles o no, que utilizamos, y en múltiples preparaciones provee de vitaminas esenciales para la salud.
De una planta de hasta tres metros de altura, con hojas largas, planas y puntiagudas proviene el maíz, grano amarillo de una mazorca también conocida como la planta del choclo, abatí, altoverde, borona, canguil, capiá, caucha, cuatequil, entre otros nombres.
Presente en el aceite, conservas, la margarina, la mostaza, la mayonesa, el ketchup, la fructosa de muchos postres, derivados del queso, salsas para aliñar ensaladas, los congelados y helados; es un grano que podríamos encontrar en cada una de nuestras comidas.
Pero además este omnipresente grano tiene las más diversas aplicaciones medicinales; en padecimientos de tipo renal como inflamación del riñón y cálculos; como diurético, para aumentar la presión sanguínea y hasta malestares del corazón.

Un alimento versátil
La antigüedad del maíz data desde hace 7.000 años. Originario de la América tropical, por su poder nutritivo constituyó la base alimentaria de varios pueblos indígenas y hasta hoy se utiliza en distintos continentes para una variedad de alimentos, ya que de él derivan la harina y maicena.
Hay más de 3.500 usos diferentes para los productos que se extraen del maíz, y cada día se descubren nuevos usos. Varios de los cereales, panes, café y hasta mermelada están compuestos de maíz, almidón de maíz, almíbar de maíz, harina de maíz y un edulcorante extraído del maíz.
Pero sus usos no se quedan en lo alimenticio. Muchos de los jabones y cosméticos incluyen derivados del maíz en su formulación. La mayor parte de las pastas de dientes contienen hasta un 50% de sorbitol líquido, y el aceite de maíz se utiliza en pinturas y barnices.

Propiedades medicinales
El grano de maíz contiene glúcidos o hidratos de carbono (70-77%), proteínas (7¿%-10%) y grasas (3%-5%), además de minerales y oligoelementos (sobre todo, flúor). Su proteína es más completa de lo que se pensaba, aunque algo inferior a la del trigo y bastante menos completa que la de la soja. 
Diuréticas: Las barbas o "cabellera" pueden resultar muy útiles cuando se requiera activar la secreción urinaria, como por ejemplo en los estados febriles, inflamaciones de la vejiga, enfermedades cardíacas, albuminuria y gota. Además, la infusión de estos filamentos estilares es inocua, y puede consumirse cuantas veces se quiera, excepto en casos de inflamación de la próstata, en que no se recomienda. 
Emoliente y protector de la mucosa intestinal: el maíz y su harina, gracias a su total carencia de gluten, resultan de gran utilidad para quienes padecen celiaquía, y en general, para los niños que sufren mala absorción intestinal o diarreas crónicas. 
Frenador del metabolismo: el maíz ralentiza la actividad de la glándula tiroides, y por lo tanto frena el metabolismo. Se recomienda a los hipertiroideos y a los convalecientes, anémicos y desnutridos, como reconstituyente. Es útil en las dietas de engorde. 
Reducción del colesterol: el aceite que se extrae del germen de maíz es muy rico en ácidos grasos insaturados, por lo que conviene a quienes tienen exceso de colesterol en la sangre. 
Afecciones circulatorias: edemas (retención de líquidos), piernas hinchadas (incluso en el embarazo), afecciones cardíacas, hipertensión arterial, exceso de sal en la dieta
Gota (exceso de ácido úrico), artritismo, edemas subpalpebrales (bolsas debajo de los ojos), y siempre que se quiera eliminar el exceso de toxinas acumuladas en la sangre, por ejemplo, después de haber pasado una gripe.
Precauciones

Hay que evitar la alimentación exclusiva o casi exclusiva con él, sobre todo tratándose de niños, porque provoca enfermedades de las llamadas "de carencia". 
Su uso como diurético en presencia de hipertensión, cardiopatías o insuficiencia renal moderada o grave, sólo debe hacerse por prescripción y bajo control médico.

(tomado de:Articulosgratis.org)


domingo, 4 de septiembre de 2011

LA FIESTA DE LA INCLUSIÓN Patrimonio del maíz

Se considera patrimonio un elemento de nuestra cultura cuando un conjunto de vivencias culturales, olfativas, degustativas, alimentarias,  tradiciones y herramientas trascienden de generación en generación ,proporcionando una apropiciación e interiorización en la vida cotidiana de una sociedad y que dada su trascendencia se requiere de conservar -no de petrificar- para las futuras generaciones, estas tradiciones de nuestro pasado y futuro que deben instalarse como memoria patrimonial en los cuerpos -no tan solo en la memoria- de los seres que habitamos este territorio.
Cuando este conjunto de tradiciones culturales se ven amenazadas por fuerzas externas como sucede hoy dentro de los cánones de producción globalizado ,es entonces cuando hay que ejercer una resistencia colectiva con una serie de estrategias artísticas, culturales, artesanales,  culinarias e incluso políticas; ya que la iniciativa es crear para la ciudad una fiesta maicera que pueda en adelante recordar a todos sus ciudadanos cada año, que el maíz hizo posible la vida y fundación de nuestra ciudad desde tiempos remotos alimentando con su masa de maíz a sus pobladores.
Se trata de indagar cómo este elemento patrimonial hace su puesta en escena dentro de la comunidad, de tal forma que se convierte en una fuerza que instaura la necesidad de elevar un componente cultural al status de patrimonio inmaterial, material y que deja planteada la necesidad de hacer visible a través de una acción decisoria, llámese acuerdo municipal, declaratoria de patrimonio o de cualquier otra opción gubernamental y de participación ciudadana.
Para que la comida chatarra no termine invadiendo los sabores ancestrales, se requiere de una Investigación que nos permita reflexionar sobre que elementos culturales actúan en el momento en que  preparamos una chicha, un tamal, un ayaco, una arepa, haciendo posible visibilizar que tipo de mitos, creencias, herramientas y otros aspectos se conjugan para que la sociedad se identifique, no tan sólo con lo que come, sino también por qué y cómo se come.
De tal forma que cuando estamos en el extranjero o alejados de nuestros contextos y tradiciones culinarias, sentimos que “algo” nos falta, un algo que va mas allá de los recuerdos familiares o territoriales; eso que nos hace falta nos priva de algo esencial que nos invade de fuerzas nostálgicas que hacen que esa necesidad nos involucre todos los tendones y sentires de nuestros cuerpos.
Las tradiciones culinarias, artesanales, medicinales y el grano de maíz criollo y su siembra es el conjunto de bienes materiales e inmateriales con los cuales nos identificamos  para mantener un sentido amplio de comunidad coherente con nuestro pasado.
El maíz formó parte de tributo que los amerindios ofrecieron a los españoles una vez llegaron a tierra, la palabra Mahíz vocablo Taino de una de las tantas islas que Colón visitó una vez repusieron las fuerzas y calmaron su sed de pisar tierra firme, tomar agua y frutos frescos.
Estamos en desacuerdo que en Colombia o en cualquier lugar de Latinoamérica se siembre maíz transgénico. Realizamos una investigación en favor del maíz criollo y toda la importancia como patrimonio material e inmaterial para nuestra sociedad actual y para las generaciones venideras.

Hemos venido consignando nuestros pareceres e investigaciones. En el país y en especial nuestro departamento Santander, se paso de ser un productor autosuficiente a un importador dependiente; consumimos el maíz transgénico que importamos.

Nuestro Ministerio de Agricultura tiene como eslogan "Maíz País" pero hasta ahora sólo sabemos que tenemos que producir veinte mil toneladas de maíz pues los productores con el problema de medio oriente, piensan volver combustible “Etanol” todo el maíz que producen y bueno, lo que hasta ahora no sabemos ,es que tipo de maíz se propone sembrar el estado colombiano.


jueves, 1 de septiembre de 2011

REFUNDICIONES Y REFUNDACIONES

 


En la calle 33 con carrera 13 muy cerca del sitio donde se celebró el acto de fundación de Bucaramanga, el día 22 de Diciembre de 1.622, tomamos estas fotos de una solitaria planta de maíz.

Rodeada de cemento, basuras, hierros y altas torres, por los cuatro puntos cardinales, de manera insólita y casi desafiante nació y creció como si fuera extranjera, desarrolló un penacho con su espiga cuajada de una dosis casi ilimitada de polen, que son las células sexuales masculinas; también creció de forma muy precaria una mazorquita, tan diminuta que parecía una proyección apocalíptica de esta planta sagrada que fue nuestro principal cómplice durante milenios para combatir el hambre y la tristeza; de paso haciendo igual que ella, cruces de nuestras células sexuales para que poblaramos más este mundo y estos territorios.

    

Esa planta legendaria, ahora, hoy, aquí, es apenas un remedo, una aspiración difusa, una identidad en extinción.
Es cierto que el maíz cuando nace y está pequeño es muy frágil y necesita nuestros cuidados, nuestra mano y ayuda, más que al final de su existencia a los tres o cuatro meses. Hay que decir que  la planta de la fotografía encontró además de la indiferencia propia de los citadinos, alguna mano amiga y agua ajena que le permitió crecer hasta donde se aprecia por el aviso de PARE al lado, que igual le sirvió de protección ante el flujo caótico y permanente de desechos, autos, motos y gente.

Tal vez hoy esté todo al revés. Nosotros que heredamos las semillas de maíz criollo durante miles de años, ahora en Santander compramos casi todo el maíz que demanda el consumo interno, pero ese maíz que se importa es manipulado genéticamente, sin la equivalencia sustancial para poder calificarlo como alimento. Compramos algo que no es alimento cuando al maíz le debemos todo.
El maíz nuestro es el papá de Joe Arroyo. Y no sólo le debemos la dicha, también la chicha.
Tanto que nos ha gustado la arepita de maíz amarillo pelado aquí en Bucaramanga y mire en qué anda nuestra planta ancestral y exquisito cómplice...fácil se le puede confundir con un pordiosero olvidado como esas personas que viven en la calle que no tienen quién los cuide, ni dónde caer muertos, en un descuido general.
Por eso parodiamos el epitafio del Quijote, para este rey destronado:
"Yace aquí el maíz fuerte
que a tanto extremo llegó de valiente
que se advierte que la muerte
no triunfó de su vida con su muerte."

Todos debemos saber que la semilla criolla de maíz dentro de la tierra muere para vivir. Pero ¿En qué hemos convertido la tierra en dónde se fundó nuestra ciudad?. Si ya no hay en dónde se pueda sembrar maíz como fue el día que se fundó , si ya no hay un suelo con la vocación agrícola que merece y necesita, ni hay personas que lo amen, además del honor y el tributo que le debemos, hablando aquí entre seres vivos...rodeados de pavimento por todas partes…
¿Somos maíz?

PARE, por favor, pensemos, sembremos, seamos, volvamos a ser, refundémonos y no nos dejemos meter gato por liebre, o como diría la filosofía de la ciencia, no nos dejemos pasar quimeras por verdaderos seres, bagazos por auténticos alimentos.