EL MAIZ, la canción

interprete: Campo y Sabor Album: Tierra Salsa de la Vida

martes, 6 de septiembre de 2011

E.S. O NO E.S. = SER O NO SER


Como Hamlet en su monólogo, ante una calavera humana en su mano, pronunciando la inmortal frase: "SER o NO SER. He ahí el problema", también nosotros, mujeres y hombres, hijos de la tierra americana y del maíz, ante una pequeña pero soberana semilla de maíz criollo, hemos de plantearnos el trágico suceso de nuestro invaluable y ancestral patrimonio material e inmaterial:

 ¿SOMOS O NO SOMOS?"

Ya no son los tiempos de José Martí quién dijo, "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz". Porque entonces no existía éste abominable y frankesteiniano hijo del maíz nativo: el maíz manipulado genéticamente, el maíz transgénico.

En los más poderosos, sofisticados y privados laboratorios del mundo, la ciencia al servicio del mercado capitalista convirtió nuestro grano milenario en un producto netamente comercial, una cosa que se vende barato, muy lejana de ser igual, mucho menos mejor, al primitivo alimento que fue el sustento básico de millones de habitantes de Abya Yala y que aún hoy lo es para muchos otros pueblos del mundo.

En la película "El Mundo según Monsanto", se hace de público conocimiento el problema esencial de la transgenización de semillas. Ojo, porque no se trata de los químicos, ni son los híbridos ni los cruces naturales entre las miles de variedades de semillas criollas. Se trata de la aplicación inescrupulosa e irresponsable de las más increíbles herramientas y recursos  de la ingeniería genética que ha violado la estructura molecular genética y los límites que la naturaleza y millones de años de evolución imponen para restringir el cruce de propiedades genéticas entre los seres vivos de los diferentes reinos de la naturaleza.

Es sencillo. No hay "EQUIVALENCIA SUSTANCIAL" (E. S.) entre un producto transgénico y las semillas originales. Los transgénicos por consiguiente no son un alimento desde el punto de vista científico, pero tampoco tal y como hasta ahora hemos consumido y conocido el rey maíz, experimentado casi a diario cuando comemos las arepitas de maíz pelado, o los tamales, o los centenares de platillos típicos que en toda América existen.

Lo peor es que los transgénicos se liberaron al comercio mundial, en una cota además de ascendente desproporcionadamente colosal, por razones políticas y no con base en argumentos científicos ya que los experimentos comprobaron la NO inocuidad de estos productos, pasados por alimentos y vendidos sin etiqueta en el mercado.

Cada día entran a nuestro "glorioso" departamento de Santander tres mil toneladas de este maíz genéticamente manipulado, mientras las siembras "de prueba" de maíz transgénico se garantizan desde el alto gobierno, 32,5 há en sólo Santander, y en los campos se abandona la agricultura tradicional de nuestro valioso grano criollo milenario y extensísimos suelos se empobrecen gracias a la potrerización, la antesala del desierto.

 


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