EL MAIZ, la canción

interprete: Campo y Sabor Album: Tierra Salsa de la Vida

lunes, 8 de agosto de 2011

ABIERTO POR INVENTARIO Después de la fundación


ABIERTO POR INVENTARIO
Después de la fundación



El Maíz fue el alimento de los dioses; los seres de maíz brotaban por doquier para poblar el mundo con señales de mazorca; sobre los surcos se trenzaron las generaciones que darían lugar a un continente lleno de magias equinocciales que enloquecerían por siglos a las codicias reales de las Europas y que darían lugar a uno de los actos refundacionales más sangrientos y traumáticos de la historia humana.
De la ciudad sabemos quiénes, cómo y cuándo la fundaron.  Tenemos la certeza de haber empezado, pero ahora es una ciudad en constante cambio, en donde no cabe la siembra de los alimentos.  De ser una villa autosuficiente y amable, pasó a ser una ciudad dependiente y agresiva. ¿Cómo vemos ahora el futuro con impuestos para la erosión?  
La vieja ciudad está en demolición, las puertas de maderas nobles han sido echadas abajo, las sombras de los árboles frutales han desaparecido, y la memoria de las paredes de barro con reminiscencias caseras sucumbió al olvido; de sus cenizas han surgido edificios monumentales que tapan el cielo abierto: ya Palonegro no se ve con los ojos del atardecer, los aterrizajes de los aviones se pierden entre los ventanales que reflejan otros cielos, y junto a los colores de los ocasos se perdieron las predicciones del tiempo. Recuerdo a mi abuelo diciendo: “Es atardecer de verano”, o, “son los colores del invierno, vendrán las lluvias”.  Con aquellas predicciones climáticas de ciudadano observador escuchamos al viejo pensionado sentado en una acera, bajo el rumor de su voz recia, y vimos los días claudicar ante los nuevos e impredecibles tiempos.
La enceguecida conquista deambuló entre las huellas de América, sin percibir el amor ancestral hacia la naturaleza que vigorizaba los ríos, las selvas y los paisajes andinos con el aliento de los nativos, quienes hicieron realidad la hazaña de la fundación.  Sabemos cuántos años tiene la ciudad, pero no sabemos cómo nos gobiernan; lo público es ahora lo vedado, la política es solo para quienes nos gobiernan y para los que desfalcan la ciudad y la venden al mejor postor, como aquellos insaciables negociantes disfrazados de poder que venían por Santurbán.
Una urbe que hoy nada entre las calles sin aseo; las esquinas del encuentro se diluyeron en la represión del control; sin embargo, aún queda la ciudad de quienes la vivimos y la transformamos en una polis de estaciones con cultura, y al caminarla intentamos alienar las calles con otros cultivos, con la gestión de granos amarillos, con imaginación, para que sus avenidas se pueblen de hojarasca, de donde surja una poesía civil que se convierta en una vertiente de cambio de nudos infinitos.
La incomodidad ambiental deambula, la incertidumbre resuena como el trueno y una rara necesidad nos ronda, una sensación de ver otra ciudad, de moldear otros fuegos de tendón y cemento, de sudor y alimento. Deseamos otros gobernantes, capaces de derrumbar la indiferencia, de sostener un impulso de vida y de propiciar significativos cambios que hagan posibles las siembras.  Al permanecer y mirar la ciudad intuimos otras posibilidades de un cambio que imaginamos sembrado de verde, habitado por excelentes esculturas, mediante la activación de políticas de desarrollo incluyentes y coherentes con nuestras necesidades.
Ahora pasa un ruidoso helicóptero por el cielo de la ciudad.  Habría que declarar el cielo como patrimonio de civilidad, no de confrontación, y que así viniera el mismísimo Papa, no dejaríamos que los helicópteros sobrevolaran nuestros techos, pues al hacerlo interrumpen el bullicio de los colegios, desmelenan nuestras azoteas llenas de ropa limpia, sacuden nuestras cuerdas eléctricas adornadas de zapatos viejos y de los  lánguidos esqueletos de cometas rotas.
Al borde mismo de la sobrevivencia de la ciudad, recae sobre la CDMB la gran responsabilidad de garantizar con sus excelentes recursos los remedios y las medidas de prevención para asegurar la inestable estabilidad de nuestra meseta.  ¿Qué hace la CDMB para cuidar nuestra casa común? ¿Qué hace la empresa de aseo, que no ha sido capaz de sostener una campaña de clasificación de basuras, ni siquiera en un solo barrio de Bucaramanga? Para aquellos ciudadanos que por auto aprendizaje y sentido común sí lo hacen, la empresa de aseo es un fiasco; estos ciudadanos han decidido no entregar a la empresa sus bolsas de residuos clasificados, porque según ellas -la mayoría de quienes reciclan en las casas son mujeres- estas bolsas van a parar sin ningún tipo de escrúpulo a la barriga insaciable de los escombros caóticos del día a día.


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