El sábado fue anocheciendo con el pregón, con sus ecos que rondaron por las calles y se amaneció con el pregón, despertando un domingo adormilado de ciudad; las bicicletas fueron llegando para acompañar al pregonero, un personaje salido desde las mismas realidades del entorno, dos seres opacados por las basuras que tiñen con su desconcierto nuestros paisajes cotidianos; eran entonces “Horrendo Basuras” y “La señora de las Peinillas”, dos personajes importantes creados en la didáctica y socialización del proyecto “SOMOS MAIZ”; esta vez personificadas por un solo actor y junto a la bandera nacional -no como símbolo patrio, sino como emblema de unidad- con sus tres colores suspendidos de un asta improvisada, colgada sobre el sillín de una de las bicicletas.
No tan madrugados, salió la ruta del encuentro, con el ánimo arriba el pregonero invitaba, anunciaba que un corazón de mazorca convocaba al encuentro y anhelantes comunicamos la propuesta, la idea era trasgredir la cotidianidad de la comunidad con un grano de patria chiquitica. A la sombra de los tejados viejos que aun quedan dispersos y con el amanecer a cuestas, las calles se fueron despejando y salieron algunos vecinos, dispuestos a acompañar la tarea de intervenir y barrer la basura acumulada en los andenes. La calle nos desafió con sus postes grises, con sus fachadas y con su cielo atravesado por los zapatos suspendidos en las cuerdas de la luz; era la octava con treinta cuatro, coordenadas de un territorio llamado cuadra; para después bordear en bicicleta los abismos de las escarpas, las casas suspendidas al filo del peligro acechante ante la mirada amenazadora de la ola invernal, que ante nuestros ojos, todo lo derretía como un cúmulo de presagios del inminente deterioro corrosivo de la erosión.
Con el pregón entre bielas, recorrimos las calles hasta llegar al parque del triangulo, allí realizaban tareas de restauración al parque “Comuneros” del barrio “La Joya”, murales, recuperación de los juegos, limpieza del entorno del parque, todas estas labores por autogestión, una acción por parte de gestores ecologistas en una fiesta con mercado.
El pregón hizo su efecto de acercar, a pesar de ciertas distancias, apenas natural en una tierra desconfiada del otro, enredada en nostalgias separatistas; pero había algo en común, involucrar a la comunidad, en respetar y querer su territorio de vida, su lugar compartido, re-construir los lugares donde seamos importantes, una patria tan chiquitica donde todos cabemos, donde intentemos expresar los anhelos de re-pensar y re-valorar la realidad.
En la sede del “Solar”, la casa de la cultura del barrio, un lugar independiente; allí se atendieron los desayunos con arepa de maíz pelado y allí llegaron los agricultores, campesinos invitados; quienes retrasaron su llegada por las condiciones críticas de las vías de acceso a la ciudad.
Con la música de fondo y sobre las mesas estaban aquellas mixturas sazonadas con la esencia principal del MAIZ; sus olores y sabores fueron invadiendo los paladares y la chicha con su presencia de “ojos” flotando sobre su torrente liquido; hicieron del encuentro un ritual de dialogo, del sentarse a conversar como viejos compadres y así la fiesta empezó.
Los músicos espontáneos hicieron del ritual de la chicha, un tinglado mezclado con lo sonoro, la juerga, la alegría, entonces el encuentro consolidó la ciudadanía y “Horrendo Basuras” con su traje de desechos fue encontrando un lugar, donde mostrar su realidad de consumo, su vertiginoso peso de escombros y tras un giro gracioso de baile surgía la otra cara, la “Señora de las Peinillas” nombrada así después de una jornada de limpieza y recuperación de una escarpa del barrio Pantano III; donde los vecinos y una estación de buses, habían convertido lo que era supuestamente un parque, en un lugar de escombros, vertedero de basuras y donde yacían incólumes las peinillas y los avisos de las rutas que fueron desapareciendo para siempre de nuestras calles sin memoria.
Tras un día esplendido lleno de sol, los niños encontraron el lugar para el juego y la pintura salpicada de Maíz, acompañó por un rato el tiempo de los niños; mientras Fidel “El Come Libro”, un viejo amigo, un lector apasionado, un librero que acompañó el Eccoo Bazar con su cargamento de libros viejos y quien con totuma en mano, se contagio de una alegría inmensa cuando la vecina lo acompañó con su humeante puesto de mazorcas tiernas; la tarde cayó y las sombras de la noche fueron testigos del encuentro donde el Maíz y sus granos dorados, fueron nuestros invitados especiales, era el homenaje colectivo para un ciudadano mas de nuestra patria chiquitica.
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