EL GUANTE DE ROVIRA Y LA PERTINENCIA DEL SENTIDO
El general, doctor, artista y dos veces presidente de la
naciente república de Colombia visita la ciudad de Bucaramanga, después de 232
años. En realidad ¿nadie se había acordado de invitarlo a su
propia ciudad, la Bucaramanga del 2.012?
Ahora se encuentra representado de pié en una estatua cerca
del sitio en donde nació, pero esta vez bajará hasta donde se escucha el dolor
del parto de su adorada madre, el jueves 2 de marzo; también un jueves de
octubre en 1816 había sido fusilado por la espalda y suspendido de una horca,
ya que no se encontró verdugo que se atreviera a colocarle la soga alrededor de
su cuello. Posteriormente se le
confiscaron todos sus bienes.
Ya conoce
el camino del actual parque que lleva su nombre hasta el sitio en donde
naciera; es el mismo recorrido que usó para llegar a la escuela miles de
veces. Bajando encuentra una placa que registra la dirección
carrera 9 calle 35 y con mirada atenta observa los múltiples cambios de aquel
lugar. Como cualquier ciudadano del año
2.012 estaba frente a la entrada de aquella casa mandada a construir por su
taita, el labrador don Juan de Dios, devoto de San Cayetano, santo de la
agricultura.
Aunque nadie lo invitó lo acababa de despertar de la tumba
la noticia del remate de su casa natal, ordenado por el juzgado 5 Civil del
Circuito, el 25 de septiembre de 2.012 en la ciudad de Bucaramanga. Mientras las paredes y techos de su casa
natal se están deteriorando, los administradores locales y la nación compran su
propia incompetencia, porque es obligación del Estado velar por los patrimonios
materiales e inmateriales de sus territorios.
El General aprovecha la hora de la media noche para recorrer
a pié su nativa ciudad, aunque esta vez prescindiera de uniforme. Llega a la esquina de la capilla de los Dolores
con cierta furia, mientras mira cómo a la mujer se la desconoce en las estatuas
verdes de la alcaldía. Todo un ejército
de habitantes de la calle respira y pulula a esas horas en la ciudad. Sube directo por el inodoro público de la
casa de Bolívar, hasta el parque Santander, su antiguo discípulo y alumno.
García Rovira va directo al parque de San Pío
donde exhiben un vigilante pagado por la alcaldía para que todos los días y a
todas horas no saboteen una escultura que costó más de lo que cuesta mantener
abierta todo un año una escuela de formación artística para miles de jóvenes
bumangueses, de los estratos más bajos, sin más alternativa para sus vidas que
la delincuencia y el miedo; aunque Rovira cree que las cosas no tienen la
culpa.
Ahora está en la Puerta del Sol, decorada con murales y
uribescos y un grotesco camino rectilíneo de hormigas de metal. La furia de Rovira crece. La identidad de su pueblo y ciudad natal no
tiene sentido.
Es hora de velar y por eso ha venido a convocar una velada
en la plaza Luis Carlos Galán Sarmiento el día lunes 24 de Septiembre de 6 P.M.
a 8 A.M del 25 de Septiembre de 2.012.
La próxima vez vendrá a pleno mediodía cuando ya nadie cree en
fantasmas. “Rovira soy yo”.
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